jueves, 2 de agosto de 2007

la prehistoria





Promediando la decada del setenta, La U venía saliendo de una serie de pobres campañas en el Campeonato Nacional, sólo la mística y el orgullo del equipo y sus hinchas impidieron que la popularidad alcanzada durante los años del Ballet Azul mermara significativamente. El arrastre del León en esos años alcanzó su punto más alto durante el campeonato del '76, en que La U se alzó con el mejor promedio de público tanto de local como visitante. La hinchada, desde siempre una de las más creativas del país, tenía una organización reconocida por el Club, la Barra Oficial, y un estilo que ya estaba fuertemente influenciado por las hinchadas argentinas. Ver el partido de pie, alentar todo el partido usando bombos y portando banderas fueron características introducidas en Chile por la hinchada del León y prontamente copiadas por la contra. Ya entonces era la mejor y más seguidora hinchada de Chile.
El carisma de la hinchada y la mejoría en el rendimiento del equipo a fines de los setenta e inicios de los ochenta aumentaron mucho la convocatoria del equipo y lo consolidaron en el afecto popular, dándole una composición social heterogénea y pluriclasista que no abandonaría jamás. Sin embargo, a pesar de la influencia argentina ya mencionada, en realidad la hinchada tenía un perfil muy distinto al de las barras bravas argentinas, aún los antagonismos entre hinchadas no estaban marcados por la constante de la violencia, que hacía aparición muy ocasionalmente, y en la cancha las fuerzas de unos y otros se confrontaban, más que en los cantos, en los ce-hache-ís. Recuerdo la imagen del Bigote, un hincha que para mi simboliza el espíritu de esos años y que era al que la gente pedía para los ce-hache-ís, tenía un gran bozarrón que se hacia escuchar en todo el sector sur-oriente, que era el que copaba el León en esos años ... decía que recuerdo la imagen del Bigote porque una tarde, tendría unos doce años, habiamos perdido, volvía a casa caminando por la Alameda con mi bandera azul enrrollada y cabisbajo, cuando escucho que me dicen "¡Desenrrolla la bandera cabroooh! ¡hay que estar orgulloso por La U!" ... era el Bigote, ¡grande Bigote! ... creo que además de subirme el ánimo a ese pequeño incidente le debo que mi pasión por el glorioso León no flaqueara nunca más.
El tiempo pasó ... pasó el Bigote y llegó el Mono, pasaron las banderas y llegaron las grandes banderas, y luego la bandera gigante y una popularidad que trajo a una nueva generación de bullangueros al León. Y llegaron tiempos de crisis, de administraciones desastrozas al club (Molina, Rodriguez y cia.) y malas campañas, divisiones, que también alcanzaron a la hinchada. Era la segunda mitad de los años ochenta y la Barra Oficial presentaba algunos síntomas de aburguesamiento, falta de independencia frente a los dirigentes del club, crisis generacional y decadencia en la conducción.
El primer síntoma de que las cosas no andaban bien en la hinchada se vivió a fines del '87 y comienzos del '88, cuando un grupo minoritario de la Barra Oficial, opositor a Waldo Green se separa y forma la barra Mis Dos Amores. Este grupo, muy pequeño por lo general (normalmente no superaban la media docena de hinchas, salvo en los clásicos, en que congregaban a un centenar de personas bajo el marcador) poseía un importante apoyo económico, siendo identificado como aquel que había seguido a la selección chilena a la Copa América y los Juegos Panamericanos Bs. As. - Córdoba - Indianápolis, según rezaba su bandera). Las relaciones de este grupo con la Barra Oficial siempre fueron pésimas ... incluso una tarde en Santa Laura hubo trompadas por un lío de trapos (creo que la gente de Mis Dos Amores tapó una bandera de la Filial Maipú con uno propio).

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